He pasado 136800 minutos en Oaxaca, México y me ha gustado cada uno de ellos. Ojalá que tuviera más tiempo aquí para explorar y aprender más pero tengo que regresar a los Estados Unidos para terminar mis estudios universitarios. Recomiendo a todos que viajen a Oaxaca porque esta ciudad, ubicada en un valle de gran altitud al sur de México, es un crisol de la cultura, el arte y la gente.
Siendo de los Estados Unidos, es fácil juzgar y usar los Estados Unidos como una “vara de medir” para comparar muchos aspectos de la vida en México. He aprendido que se puede comparar México con los Estados Unidos y mantener los estereotipos perjudiciales, o se puede entrar a México con una mente abierta y cuando se le enfrentan situaciones que son incómodos o diferentes… puede preguntarse, ¿por qué no? y aprovechar la situación como una oportunidad para aprender más sobre la cultura mexicana compleja.
Tengo que admitir que no es fácil tener una mente abierta siempre. Es fácil pensar: “¡que esto no pasaría en los Estados Unidos!” y es absolutamente correcto—no pasaría en los Estados Unidos porque estamos en México. He visto choques entre coches y motocicletas, una falta de cambio cuando se compran productos sencillos en los almacenes, maestros protestando en las calles cada semana, una falta de seguro, y la lista sigue… algunos de estos “problemas” ocurren porque hay o había algo en la cultura que resulta en las acciones, pero algunos ocurren sin ninguna razón.
Mucha gente cree que el sistema en los Estados Unidos es la mejor manera de hacer cualquier actividad, pero he visto muchos aspectos de la vida aquí en Oaxaca que son al contrario de esto. En el estado de Oaxaca, más de 61% de la población vive bajo la línea de pobreza y 16% de la población es analfabeta pero esto no para a la gente de disfrutar de la vida y tener fuertes lazos familiares. Me temo que la falta de fuertes valores familiares en los Estados Unidos vaya a ser evidente en las generaciones futuras.
México ha abierto mi mente a una nueva forma de vida y de alguna manera me hizo más crítico de los Estados Unidos. En lugar de usar la vara de medir para “medir” México, creo que es mejor medirme a mí y cómo me relaciono a mí mismo aquí en México y en mi vida en los Estados Unidos. Me siento privilegiado y esto es evidente aquí en México; ahora: ¿qué puedo hacer para ayudar a otros seres humanos que no son tan afortunados como yo?
Para empezar voy a quedarme aquí para un mes después de clases para ser voluntario enseñando inglés en un pequeño pueblo fuera de la ciudad. También compartiré mi experiencia maravillosa en Oaxaca con los otros estudiantes universitarios y alentarlos a también viajar y ” medirse a sí mismo”. Estoy muy agradecido de haber tenido la oportunidad de venir aquí y además de mejorar mi habilidad en español, he ganado a nuevos amigos, una perspectiva mayor de mi lugar en el mundo y espero mejorar la vida de al menos un ser humano.